Resumen
Esta investigación analiza los circuitos económicos que ha generado la colectividad oaxaqueña en Los Ángeles y resalta la importancia de la resignificación del imaginario de comunidad en la consolidación de redes de negocios de base étnica. En términos metodológicos esta investigación cualitativa parte de una revisión documental acerca de los estudios migratorios de los pueblos originarios (desde una perspectiva transnacionalista), así como de entrevistas y testimonios de informantes clave para visibilizar el auge económico de los negocios oaxaqueños en el Área Metropolitana de Los Ángeles. Se pone énfasis en cómo la puesta en práctica de una vida cotidiana “oaxaqueña” -desde hace tres generaciones- ha permitido la consolidación de diversos emprendimientos binacionales que conectan comunidades y localidades de origen con numerosos barrios californianos con alta presencia oaxaqueña.
Palabras clave:
economías populares; circuitos migratorios transnacionales; colectividad oaxaqueña; emprendimientos indígenas
Abstract
This research analyzes the economic circuits that the Oaxacan community has generated in Los Angeles, highlighting the importance of the resignification of the community imaginary in the consolidation of ethnic-based business networks. In methodological terms, this qualitative research is based on a documentary review about migratory studies of native peoples (from a transnationalist perspective), as well as interviews and testimonies of key informants to make visible the economic boom of Oaxacan businesses in the Metropolitan Area of Los Angeles. Emphasis is placed on how the implementation of a “Oaxacan” daily life -for three generations- has allowed the consolidation of various binational enterprises that connect communities and localities of origin with numerous Californian neighborhoods with a high Oaxacan presence.
Keywords:
popular economies; transnational migratory circuits; Oaxacan community; indigenous enterprises
Introducción1
En las últimas décadas ha existido un auge económico y una transformación en las dinámicas económicas de diversas localidades y comunidades indígenas de México. Un factor clave en estos cambios han sido las migraciones internacionales. Las migraciones indígenas han motivado numerosas investigaciones enfocadas, principalmente, en comprender el impacto de las remesas en las comunidades y las localidades de origen (Roldan, Sánchez, 2015; Lozano, Ramírez, 2019), así como en la conformación de nuevas ruralidades (Kay, 2009; Carton de Grammont, 2004). Resultan menos frecuentes estudios acerca de la reconfiguración de comunidades indígenas de origen hacia los lugares de arribo, así como de los circuitos económicos transnacionales que estas movilidades ocasionan.
Retomando la experiencia de negocios oaxaqueños en Los Ángeles, esta investigación analiza la importancia de la reproducción de la vida cotidiana “de comunidad” para la consolidación de mercados étnicos de consumo “oaxaqueños”, los cuales experimentan un boom económico desde hace dos décadas. Este trabajo se compone de cuatro momentos.
En un primer momento se realiza un estado de la cuestión acerca de los estudios transnacionales de los pueblos indígenas y cómo influyen los repertorios culturales de origen en la configuración de comunidades transnacionales. Se propone una estrategia metodológica que delimita el marco de interpretación acerca de los circuitos económicos transnacionales que generan las migraciones indígenas, sobre todo en la creación de mercados de trabajo y de mercancías. Se retoma el concepto de “ensamblajes populares” (Parra, 2021) como un marco de referencia para visibilizar la articulación de diversos lugares (de vivienda, de trabajo, comercio y festivos) que intervienen en el auge de diversos emprendimientos oaxaqueños.
En un segundo momento, se muestra una cartografía de los espacios transurbanos en donde transcurre la vida cotidiana de las principales comunidades migrantes indígenas oaxaqueñas (zapotecas, mixes y chinantecos) en Los Ángeles. Se parte del mapa lingüístico Story Maps realizado por la asociación Comunidades Indígenas en Liderazgo (CIELO,2022). Se retoma también un mapa de los principales espacios de trabajo, comercio, recreación cultural y de asociacionismo migrante. Este mapa sirve de referencia para comprender las dinámicas económicas de una espacialidad mayor, reconocida como “Oaxacalifornia”2. La movilidad de mercancías y remesas socioculturales -que conectan estos espacios con los lugares de destino- configura los circuitos económicos transnacionales de la colectividad oaxaqueña, en donde sobresalen distintas actividades reconocidas a esta comunidad en Los Ángeles, como el comercio de alimentos, artesanías y utensilios oaxaqueños, restaurantes, panaderías artesanales, jardinerías, radios locales y algunos oficios especializados como la tornería y la fabricación de instrumentos musicales.
En tercer lugar, se analiza la organización de la comunidad migrante de Santiago Zoochila, Oaxaca, -radicada mayoritariamente en Lynwood, CA. - cómo un ejemplo de cómo la resignificación de la vida cotidiana “de comunidad” ha hecho posible la conformación de tramas culturales trans-urbanas que contribuyen a la consolidación de los circuitos económicos transnacionales de las comunidades oaxaqueñas. Como marco metodológico, se realizaron entrevistas de profundidad a tres informantes clave de esta comunidad. Se puso énfasis en informantes que han tenido cierto liderazgo en la preservación de la asociación de comunidad y en la participación para la organización de las bandas de viento. Estas últimas formas de organización colectiva han sido clave para la articulación comunitaria entre los zoochileños de Lynwood y la localidad de origen.
Finalmente, se retoman distintos testimonios de comerciantes mayoristas, trabajadores de la alimentación, empresarios y líderes de asociaciones culturales que describen las distintas dinámicas organizativas de sus negocios “oaxaqueños”. Estos informantes provienen de comunidades zapotecas y mixtecas de Oaxaca y mantienen una movilidad permanente entre sus localidades y sus negocios en Los Ángeles. A partir de estos relatos se busca comprender cómo las dinámicas de los emprendimientos oaxaqueños -y su amplia presencia en la Zona Metropolitana de Los Ángeles- responden a la demanda de productos “oaxaqueños”, lo que ha consolidado un “mercado de la nostalgia” en expansión, en donde se comercializan principalmente alimentos (tlayudas, mole, quesillo, chocolate, etc.) y utensilios de cocina artesanales (vajilla de barro, servilletas, tortilleros, molcajetes, etc.).
Este artículo forma parte de un trabajo de campo más extenso, realizado entre febrero y junio de 2024. Para el estudio de caso de la comunidad de Santiago Zoochila, Oaxaca, se retoman 3 testimonios de informantes clave de la comunidad, quienes son líderes en la organización de la asociación de la comunidad y en la formación de bandas de viento. Se retoma también el testimonio de una joven norteamericana residente en Los Ángeles, California y descendiente de migrantes zoochileños.
Para la investigación del apartado sobre las redes de intercambio y de emprendimiento de la colectividad oaxaqueña en Los Ángeles, se retomaron ocho testimonios de distribuidores, restauranteros, trabajadores de la hostelería, miembros de asociaciones comunitarias de distintas localidades mixtecas y zapotecas de Oaxaca, todos ellos migrantes originarios de distintas comunidades indígenas de Oaxaca.
Para ambos grupos focales, los testimonios fueron recabados a partir de entrevistas semiestructuradas y de profundidad. Como estrategia metodológica se parte de una “etnografía especular” (Besserer, Oliver, 2014) en donde los testimonios recabados han sido contrastados con otras fuentes bibliográficas, hemerográficas y estadísticas.
A partir del contraste y sistematización de estos datos, se crearon las fuentes primarias de información con las cuales se encontraron, como principales hallazgos, la fuerte imbricación que existe entre los espacios de hábitat, de intercambio, de trabajo y de fiesta de la colectividad oaxaqueña (principalmente zapoteca) con sus localidades de origen, lo que ha facilitado la consolidación de un empresariado étnico oaxaqueños ligado a la distribución de alimentos y la hostelería, sobre todo en el sur del Área Metropolitana de Los Ángeles.
Comunidades indígenas y circuitos económicos transnacionales. Estado de la cuestión y propuesta metodológica
En las últimas dos décadas han proliferado diversos estudios enfocados en comprender las formas de comunidad que han surgido a raíz del auge migratorio transnacional de diversos pueblos indígenas. Este fenómeno se ha consolidado como un área de investigación prioritaria en el estudio de los pueblos originarios.
Federico Besserer y Michael Kearney (2006) han desarrollado una “perspectiva transnacionalista” que ha permitido ver cómo las dinámicas de re-territorialización de ciertas comunidades indígenas pueden ser comprensibles en tanto nos enfoquemos en el movimiento de sus actores. Desde hace dos décadas esta perspectiva ha abierto un campo de estudio fecundo para comprender que las dinámicas migratorias transnacionales pueden ser captadas desde las conexiones que generan las dinámicas cotidianas, rompiendo con el paradigma de los estudios enfocados en los espacios.
Desde esta perspectiva, las estrategias que permiten la reproducción de la vida cotidiana de los migrantes se dan en diversos espacios transurbanos y transnacionales; de ahí la importancia de captar estas dinámicas para reensamblar la idea de circuitos económicos transnacionales, sobre todo desde las sinergias económicas que provocan las estrategias cotidianas de subsistencia de sus protagonistas.
Analizar la circularidad de mercancías, favores, afectos, costumbres y vínculos comunitarios en este tipo de migraciones nos ayudan a comprender estas dinámicas que se han sedimentado a lo largo de los años y que han configurado circuitos económicos transnacionales novedosos, en tanto que logran desplegar “fronteras de pertenencia” (Gil, 2006) que adquieren la forma de asociaciones, asambleas, fiestas, etc.
Los estudios de las comunidades indígenas transnacionales van más allá de un análisis multi-situado de los espacios de origen y asentamiento, ya que adquiere cada vez mayor relevancia la adaptación de estos actores a partir de la resignificación de sus identidades. En este sentido, Juan Ordóñez y Fabio Colmenares (2019) resaltan que las estrategias de adaptación y movilidad social -que anteceden a las migraciones transnacionales- generan mayores sinergias en la reconfiguración del imaginario de la comunidad en el exilio.
Otras investigaciones han dado cuenta de la importancia económica de la expertise comunitaria indígena en los procesos de adaptación a la globalización. El concepto de “escalera boliviana” (Benencia, Quaranta, 2006) muestra cómo la reproducción de las prácticas cotidianas de la vida rural y comunitaria de los pueblos quechuas ha permitido una adaptación relativamente exitosa a los imperativos neoliberales de trabajo flexible, precario y discontinuo en el sector fruti-hortícola argentino.
A partir de estas aproximaciones podemos comprender que los circuitos económicos transnacionales de los pueblos indígenas responden a dinámicas distintas al modelo ampliado de acumulación de capital. ¿Cómo podemos comprender las dinámicas económicas de estos circuitos transnacionales?
Si bien los procesos de globalización han generado un sistema económico hegemónico, también ha permitido la articulación de sectores populares. Fernando Rabossi y Nico Tassi (2023) plantean que desde los intersticios del comercio y la producción global ha sido posible una sincronización novedosa de actores económicos populares que trascienden las fronteras y que adquieren materialidad en rutas, puertos, aduanas y centros de distribución que han sido invisibles a los flujos comerciales oficiales. Estos actores han ido configurando cadenas globales populares a partir de la incursión en las infraestructuras de la globalización.
La legitimidad de estas cadenas recae mayoritariamente de los acuerdos -casi siempre informales- de sus protagonistas. En el contexto de comunidades indígenas que logran transnacionalizarse, las dinámicas de sus circuitos recaen, muchas veces, en la resignificación de su imaginario de comunidad. ¿Qué dimensiones influyen en estas dinámicas económicas de las comunidades indígenas transnacionales?
Un primer elemento tiene que ver con la pertenencia al territorio de las personas que migran. Algunas investigaciones (López, 2001; Camargo, 2011) hacen hincapié en cómo la pertenencia de la tierra -y con ello, continuar perteneciendo a la comunidad- puede generar circularidades migratorias novedosas, las cuales pueden atravesar las trayectorias de vida de las generaciones posteriores.
En segundo lugar, es importante considerar el metabolismo económico de la circulación de remesas en las comunidades de origen. A decir de Genoveva Roldan y Carlos Sánchez (2015) existen usos diferenciales de las remesas en los pueblos originarios debido a los distintos significados culturales que estos pueden tener del excedente monetario por diversos factores como la cohesión comunitaria, los modos de reproducción familiar, los sistemas de representación política y de ciudadanía, pero también el grado de inserción laboral y grado de territorialización de la comunidad en los lugares de destino.
Emergen “nuevas economías [étnicas] de la migración” (Arrazola, 2010) dado el uso financiero diferencial que las familias indígenas hacen de las remesas y que permite continuar con la cohesión de sus vínculos comunitarios por medio de fiestas, mayordomías, préstamos, tequios, preservación de sistemas de cargos, contratación de mano de obra para continuar reproduciendo sistemas agrícolas de subsistencia, etc. Emergen estrategias migratorias que permiten la circulación de “remesas socioculturales” (Rivera, 2004) -incluso en contextos de alta flexibilidad, precariedad, temporalidad y dispersión laboral- en tanto que continúan fuertemente imbricadas con los sistemas de organización colectiva al interior de las comunidades.
A lo largo del tiempo, el flujo monetario de las remesas provoca arreglos económicos inéditos, influidos por los mandatos sociales de las comunidades a sus emigrados, pero también por la expectativa de ahorro familiar y la búsqueda de reconocimiento social.
Finalmente, un tercer elemento de influencia tiene que ver con el grado aceptación de los emigrados indígenas respecto a los mandatos de trabajo del modelo neoliberal. En este punto, el concepto de “ensamblajes populares” (Parra, 2021) ayuda a comprender la puesta en práctica de los repertorios culturales con los que los migrantes indígenas prefiguran sus identidades estratégicas: la vida comunitaria indígena (fiestas devocionales, redes de proximidad, memorias colectivas, asociacionismo político) se superpone de manera novedosa a los requerimientos económicos del modelo hegemónico neoliberal (flexibilidad laboral, cálculo económico, emprendimiento).
Así, diversas colectividades migrantes han ido consolidando redes de espacios transurbanos y transnacionales conectadas por la movilidad cotidiana de estos actores, los cuales despliegan parte de sus capitales culturales para generar microeconomías de base étnico-popular. A decir de Verónica Gago:
La noción de ensamblaje pone de relieve esa interminable, contingente y cambiante articulación de un conjunto de elementos altamente heterogéneos (tecnología, territorios, poblaciones, modos de producción económica) que está en la base de la constitución del capital global contemporáneo (Gago, 2015, p.66).
Coincido con Gago (2015) sobre la importancia de dar visibilidad al “acoplamiento de exterioridades” que hacen posible la adaptación de los migrantes indígenas a la realidad migratoria y desde los imperativos económicos del neoliberalismo. Podemos considerar al menos cuatro especialidades en las que se conforman estos ensamblajes populares.
En primer lugar, la vivienda (villa, barrio, calle, etc.) donde se reproduce la vida cotidiana familiar -y de proximidad- a través de la conexión de distintos lugares en común como organizaciones culturales, radios comunitarias, comedores sociales, etc.; representa el punto de partida de distintos auto emprendimientos basados en relaciones de proximidad y de trabajo domiciliario. El negocio familiar como un espacio productivo donde se despliegan las tramas de proximidad y donde se conforma la fuerza de trabajo social de una colectividad migrante. El mercado (ferias, tianguis, mercadillos, etc.) como espacio de intercambio de mercancías y favores que hace posible la articulación de distintos enclaves transurbanos de una colectividad migrante y que pueden trascender a redes de intercambio transnacional. Finalmente, los espacios lúdicos (plazas, clubes, parques, etc.) donde se generan momentos de frenesí que marcan temporalidades de encuentro y consumo, así como el establecimiento de alianzas económicas.
A partir de estas dimensiones podemos inferir que la reconstitución de diversas comunidades indígenas de origen oaxaqueño en Los Ángeles -y la circulación de personas y remesas culturales socioculturales que lo facilitan- ha permitido el auge de diversos emprendimientos.
La reproducción comunitaria tiene como base la “familia transnacional” (Canales, 2005), lo que ha permitido la proliferación de mercados de consumo que facilitan un estilo de vida oaxaqueño y que supone la base material de estos circuitos económicos transnacionales, cuyas dimensiones dependen de la temporalidad (periodicidad, duración de estancias y estacionalidad) y el alcance espacial (discontinuidad, fragmentación, centralidad).
A partir de este estado de la cuestión se propone, como estrategia metodológica, realizar una “etnografía especular” (Besserer, Oliver, 2014) sobre las dinámicas que dan sentido a los circuitos económicos transnacionales de la colectividad oaxaqueña. Como primer acercamiento, es importante generar una cartografía de los espacios transurbanos en que trascurre la vida de los migrantes indígenas oaxaqueños. Un reconocimiento socioespacial de los negocios, asociaciones y espacios de recreación de la colectividad oaxaqueña nos permite ubicar las distintas dinámicas que han ido prefigurando, así como las diversas comunidades (culturales, políticas, empresariales, etc.) que le dan sentido.
Una vez reconocidos los espacios de incidencia socioeconómica, una segunda etapa en la estrategia metodológica tiene que ver con la captura de las prácticas que permiten la reproducción comunitaria. Dada la dispersión geográfica y heterogeneidad cultural de las diferentes comunidades emigrantes de indígenas oaxaqueños, es necesario retomar la experiencia de comunidad de una localidad, delimitando los alcances y potencialidades de esta selección. A partir de entrevistas de profundidad -dirigidas a informantes clave - se debe poner énfasis en las sinergias culturales que permiten la cohesión del imaginario de comunidad en el exterior.
Finalmente, una tercera etapa metodológica estriba en la observación participativa y la bitácora de campo de las distintas manifestaciones socioeconómicas que dan sentido a la circularidad de los mercados étnicos transnacionales. En este punto existen dos dimensiones a considerar.
Existe una dimensión material sobre la consolidación de los circuitos económicos. A partir de testimonios de distribuidores, comerciantes, productores y restauranteros podemos comprender las estrategias de trabajo y de mercado que han permitido cubrir la expansiva demanda de productos oaxaqueños.
Por otra parte, una dimensión político-cultural que da coherencia y legitimidad a estas dinámicas económicas. Por medio de entrevistas a miembros de asociaciones culturales, podemos entrever que las identidades de origen han conseguido territorializarse a partir de encuentros, fiestas y celebraciones, generando usos diferenciales del espacio público que contribuyen a enriquecer el patrimonio cultural de Los Ángeles. Estas manifestaciones culturales han permitido también cierto agenciamiento político por el reconocimiento de los derechos civiles de los migrantes y de la contribución económica de la colectividad oaxaqueña a esta ciudad.
Cartografía de los negocios oaxaqueños en Los Ángeles
En Estados Unidos no existe un censo oficial sobre las personas migrantes adscritas a una identidad indígena o que practiquen alguna lengua originaria. Algunas organizaciones migrantes, sin embargo, han realizado esfuerzos censales para conocer los espacios de radicación de distintas comunidades indígenas migrantes.
Este es el caso de la organización Comunidades Indígenas en Liderazgo (CIELO, 2022) que, en el marco el contexto de la pandemia por COVID-19, conformó un Fondo Indígena Indocumentado para brindar apoyos económicos de solidaridad a más de 2,500 familias que se adscriben como indígenas en Los Ángeles. A partir del censo generado por dichas ayudas se creó History maps, quizás la cartografía más detallada acerca de la presencia de migrantes de habla indígena en esta ciudad.
Según las estimaciones de CIELO (2022), los zapotecos son la comunidad inmigrante más numerosa, ya que representa el 78.9% de las familias que recibieron ayudas. Se incorpora en el mapa 1 la presencia de chinantecos y mixes, pueblos originarios también de origen oaxaqueño, cuyas dinámicas de movilidad, trabajo, consumo y festividad conectan con las de los zapotecos a partir de una identidad pan étnica “oaxaqueña”. Dejando de lado el núcleo residencial de chinantecos en Long Beach, la mayoría de los migrantes indígenas oaxaqueños se concentran en los distritos de East of LA, South Central, Downey y Santa Mónica (Fox, Rivera-Salgado, 2004).
En el mapa 2, se muestran los principales espacios oaxaqueños en LA, que se componen principalmente de restaurantes, estaciones de radio, mercados, parques, salones de fiestas, kermeses, asociaciones culturales y organizaciones políticas, etc. Es clara la correspondencia de estos negocios con la presencia de hablantes zapotecos, mixes y chinantecos que refleja la cartografía realizada por CIELO (2022).
Los espacios de trabajo, comercio y recreación se concentran en los barrios de Koreatown, Venice, Inglewood, Cudahy, Lynwood, Downey y South Gate. Estos lugares son parte de una espacialidad mayor conformada por fiestas, radios comunitarias, organizaciones migrantes y proyectos binacionales que han proliferado en distintas localidades del Área Metropolitana de Los Ángeles, sobre todo del sur.
La consolidación de espacios “oaxaqueños” de vivienda, comercio, trabajo y de recreación son el soporte sociocultural para las más recientes migraciones y son la cara más visible de los circuitos económicos transnacionales de esta colectividad. El testimonio de Ismael Barriga -migrante de origen zapoteco que arribó a Los Ángeles en 2018- es ejemplar para comprender la articulación de todos estos espacios.
Cuando recorres [Boulevard] Pico te sientes como en Oaxaca. No hay fin de semana que no haya tianguis3 o fiestas donde puedas encontrar a paisanos, incluso del pueblo de tus padres, no te falta donde comprar tus cosas (…) El punto de arranque para muchos son los restaurantes y los parques (Ismael, Comunicación personal, 2024).
Incluso en agosto de 2023, la Alcaldía de Los Ángeles designó al boulevard Pico Union como el “corredor oaxaqueño”, un espacio de interés público que reconoce la contribución cultural de la comunidad oaxaqueña a la ciudad, consolidándose como el único espacio reconocido a una entidad no nacional.
Las redes socioculturales de los migrantes oaxaqueños en este Distrito -principalmente indígenas zapotecos- persisten en torno a las fiestas y a los encuentros folclóricos, siendo la celebración de la Guelaguetza4 el punto de convergencia más importante. A pesar de la dispersión geográfica de la comunidad oaxaqueña en todo el Estado de California, Distrito del Centro y de Mid City continúa siendo un espacio comercial de referencia.
Santiago Zoochila - Lynwood. Asociacionismo comunitario como anclaje pre-figurativo de los circuitos económicos transnacionales
La reproducción de los espacios oaxaqueños en Los Ángeles tiene como base la recreación de la comunidad en el exilio. En el caso de la migración de muchos paisanos de una misma comunidad, algunas de sus dinámicas e instituciones colectivas de origen se han reinventado bajo la figura de asociaciones “de comunidad”.
Algunas de estas instituciones se autodefinen como “Juntas Directivas de Pueblo” o “Comisión de Barrio”. Estas organizaciones cumplen una función solidaria con su localidad para el financiamiento de una fiesta, la construcción de una obra pública o el apoyo económico de algún paisano. Se generan numerosos emprendimientos para la recaudación de fondos como una kermés solidaria, la rifa de algún bien o la recaudación directa en algún evento cultural.
La mayoría de estas asociaciones realizan gran parte de sus actividades culturales (fiestas devocionales, calendas, velas, ensayos musicales, kermeses, etc.) en un “local del pueblo” que sirve de referencia para todos los miembros de la comunidad y para otras personas cercanas. Por ejemplo, en el caso de los residentes oaxaqueños de Santiago Zoochila en Los Ángeles, el alquiler de una casa de la comunidad en la ciudad de Lynwood responde a la necesidad de una habitaje acorde a las actividades comunitarias que se realizan a lo largo del año. A decir de Porfirio Hernández:
Al principio [en la década de 1990] nos juntábamos en casa de un paisano. Era muy amplia y ahí organizábamos las kermeses, los rosarios y ensayaban los músicos. Ya desde hace 20 años nos dimos cuenta de que ya no cabíamos y que se hacían más de 5 reuniones al mes y llegaron más paisanos. Entonces decidimos alquilar esta casa. Primero se puso un altar a Santiago Apóstol, patrón de nuestra comunidad y unas sillas para los rezos. Ya luego pusimos las carpas y aquí organizamos todas nuestras fiestas y ensayos musicales. Hace 4 años que decidimos que la casa iba a ser la cede de las asambleas que hacemos para resolver las peticiones que nos hacen en la comunidad. (Porfirio Hernández, comunicación personal, 2024)
La comunidad transnacional de Santiago Zoochila -radicada mayoritariamente en Lynwood- es ejemplar ya que muestra cómo la recreación de sus “fronteras de pertenencia” (Gil, 2006) influye en la creación de tramas trans-urbanas y transnacionales. A continuación, se describe una breve genealogía del establecimiento de la comunidad de Santiago Zoochila en Lynwood, California, a partir de 4 testimonios de informantes clave, cuyas narrativas suponen fuentes primarias clave.
Hace 40 años, un grupo importante de hombres jóvenes de la comunidad de Santiago Zoochila (localidad zapoteca de la sierra norte de Juárez) migró hacia Los Ángeles, principalmente hacia el barrio de Koreatown e Inglewood. Con el paso de una década, muchos miembros de la comunidad encontraron en Lynwood (ciudad localizada a 30 km al sur de Los Ángeles) un espacio de radicación más viable, dada su cercanía con compañías de la industria aeroespacial que demandaban mano de obra especializada en tornería. Un par de zoochilenses que tenían como oficio la tornería abrieron las redes de movilidad de sus paisanos para este oficio.
Ya fue que se movió mi hermano, luego me moví yo, y ahí se quedó. Ahí fue que le metí a los tornillos, tornillos para partes de aviones, todo lo que es el espacial, para cohetes, para aviones de guerra (…) ¿Conoces a alguien que trabajé como tú?, dice. Acá no. Y dice, ¿quién te enseñó? Pues, mi tío, le digo. Dice, ¿por qué no lo traes? Digo, es que no está acá, le digo. ¿Dónde está? Dice, pues, en México. Tráetelo, le prestamos el pasaje del coyote, todo, dice (…) [después, Porfirio llamó a más miembros de la comunidad] Casi los que llegaron después que yo, entraron a este trabajo de los tornillos. (Porfirio, comunicación personal, 2024)
Actualmente, la mayoría de los migrantes zoochileños en Los Ángeles radican en Lynwood y generan una integración territorial muy cohesiva. Si consideramos a las segundas y terceras generaciones de hijos de zoochileños nacidos en Estados Unidos (y por ello no censados como migrantes mexicanos), se estima que cerca de 700 personas forman parte de la comunidad de Santiago Zoochila en Lynwood. Las últimas generaciones de hijos de la colectividad zoochileña han sido clave en la resignificación de la comunidad transnacional.
Siento que a veces ellos se identifican más, y hasta las nuevas generaciones, ahorita los que ya se consideraría segunda generación, o sea, hijos de hijos, y ellos siento a veces que tienen una identidad más fuerte y se identifican más zoochileños a una más temprana edad. (Jessica, comunicación personal, 2024)
La recreación de las bandas de viento ha sido un factor cohesivo importante. La convivencia cotidiana que se requiere para mantener una banda de viento no solo permite la subsistencia de costumbres, sino que genera un ambiente propicio para el diálogo intergeneracional, lo que hace posible el fortalecimiento de una memoria colectiva de comunidad.
Al menos nosotros, como zoochileños, hemos estado involucrados fuertemente con la música. Eso ha ayudado a que sean conscientes de que esas son tradiciones que vienen de nuestro pueblo, [por lo que] la música toca en muchas cosas, [la] música toca en bailes, [la] música toca en la religión, [la] música toca en muchos aspectos culturales que ya ha sido la base, que se ha inculcado a los niños, y desde chicos pues, escuchan una banda [de viento]. (Jessica, comunicación personal, 2024)
Al igual que otras comunidades migrantes, los zoochileños en Lynwood cuentan con una asociación de comunidad que lleva 40 años funcionando en torno a actividades solidarias con el pueblo de Santiago Zoochila. Desde 2002 se cuenta con un local para la realización de sus múltiples actividades festivas.
Más que nada, lo llevamos a cabo [la compra de un local] para poder reunirnos, porque siempre se carece, pues, de algún lugar, de una casa en la que podamos estar todos. En la casa de algún paisano ya no cabíamos. Por esa misma razón cuando nosotros venimos, nosotros mencionamos que, pues, pura familia [en el sentido de familia extensa de comunidad]. Y nosotros nomás, consumimos lo que se vende. (Porfirio, comunicación personal, 2024)
Estas dinámicas asociativas de los migrantes de Santiago Zoochila se replican en otras comunidades a lo largo de la extensa Zona Metropolitana de Los Ángeles.
Aquí [Lynwood] le dicen la mini Zoochila (…) donde específicamente se puede decir que si están un poquito más juntos son los de Yahveh en Santa Ana [California] (…) en Cape Town, pero allí son varias comunidades lo que es El Alto, El Bajo, Zoogocho, Yalina, son varios, los de la Sierra se puede decir, los de la Sierra Norte; San Pedro, San Mateo que están cerca de Zoochila. (Gloria, comunicación personal, 2024)
La interacción transurbana de fiestas, kermeses, presentaciones musicales que generan estas asociaciones de comunidad son la base social de un mercado de bienes y servicios culturales “oaxaqueños” en auge, que se replica en distintas localidades del Estado de California y que ha permitido la consolidación de un empresariado oaxaqueño que acompaña distintas ceremonias, fiestas y mayordomías de estas comunidades.
Como en la mayoría de las asociaciones de comunidad, la organización transnacional zoochileña se ha nucleado en torno a la cooperación financiera a la municipalidad de Santiago Zoochila, sobre todo para la construcción de infraestructuras públicas.
Ah, todavía cooperamos, ¿no? Desde la mesa directiva de aquí. Primero, empezamos a hacer una organización porque la gente necesitaba, decían que necesitábamos drenaje, necesitábamos agua potable. Entonces empezamos a juntar dinero, 20 dólares. Luego decía la gente, no, no juntes 20 dólares, mejor hazlo de una vez 100 y que sea parejo y todos cooperamos 100. Ya después llegamos a un acuerdo y se cooperó 100. Nos pusimos de acuerdo con la autoridad del pueblo de que ellos iban a poner la... por ejemplo, yo estoy acá, puedo dar dinero, pues que los de allá pongan la mano de obra. De esa manera nos excluían de los tequios. Anteriormente, aunque estuvieras acá, si hay tequio en el pueblo te multan porque no estuviste en el tequio. (, comunicación personal, 2024)
Tal como plantean Federico Besserer y Michael Kearney (2006), con el paso del tiempo, los vínculos entre estas asociaciones y la comunidad trascienden los momentos de solidaridad para generar vínculos más complejos que van desde la contratación de paisanos como mano de obra comunitaria o para la elaboración de productos para su exportación, así como para el trasiego de mercancías, incluso, llegando a consolidarse peculiares formas de gobernanza transnacional.
En el caso de los zoochileños en Los Ángeles, las tramas de movilidad han permitido una circularidad laboral permanente -altamente influida por los vínculos fuertes de proximidad- que ha asegurado un flujo de remesas en expansión, colocando a Santiago Zoochila en el grupo de los principales municipios oaxaqueños con mayor ingreso de remesas per cápita.
A partir de estas condiciones, las demandas de productos enraizados en las tradiciones y costumbres de Santiago Zoochila han contribuido a que los negocios oaxaqueños se especialicen en segmentos de mercado cada vez más detallados, lo que da un sentido sociocultural a las dinámicas de estos circuitos económicos transnacionales.
Esto último es importante, ya que la expansión de los mercados de consumo de productos oaxaqueños ha sido posible en la medida que se ha ido enraizando a las necesidades cotidianas de los oaxaqueños, pero también a su expansión gracias a las expresiones culturales, las cuales a su vez han logrado generar un agenciamiento político de la vida cultural en todo California.
La única manera en cómo sobrevivimos [como organización político-cultural] en la ciudad es que ORO (Organización Regional de Oaxaca] se hizo No profit [sin ánimo de lucro]. Gracias a eso hemos podido ganar recursos para hacer eventos gratuitos. Si hemos tenido la capacidad de negociar, de bajar fondos y la razón es la cultura, son los bailables, los grupos folclóricos y las comunidades afiliadas (...) Con el problema de los concejales [expresiones racistas de dos concejales de la Alcaldía de Los Ángeles], ORO, CIELO y muchas otras organizaciones convocamos a manifestaciones en la calle. Ahí nos dimos cuenta de la gran cantidad de personas que nos han acompañado en todos estos años de actividades culturales. Gracias a estas protestas, mostramos el músculo político que tenemos. Nos fue fácil pedir un mayor reconocimiento a la Alcaldía con el proyecto del Corredor Oaxaqueño. (Mauro Hernández, comunicación personal, 2024)
Como refleja este testimonio, la imbricación entre asociaciones, fiestas y consumo han devenido en un imaginario de colectividad que ha detonado agenciamientos políticos por el reconocimiento como actores que contribuyen económica y culturalmente en la ciudad.
Redes de intercambio y emprendimientos de la colectividad oaxaqueña en Los Ángeles
El auge económico de la colectividad oaxaqueña responde a estas dinámicas socioculturales que reproducen los cerca de 400,000 oaxaqueños que radican en el Área Metropolitana de Los Ángeles y la interrelación material y cultural con sus localidades de origen. Los vínculos de cooperación se mantienen con sus comunidades debido a la idea de retorno y la pertenencia de la tierra.
Y [preguntan] todos los paisanos, ¿qué onda? ¿dónde está? Porque ya tiene tiempo que no hablo con él, y dice, ¿qué crees cabrón? O sea, se regresaron ya como una tercera parte y ya quedamos muy pocos [migrantes de la localidad de Albarradas]. Dice, ¿por qué no? Pues dice, tienen que hacer sus cargos y tienen que cuidar sus casas (…) Un año. Te dan tres oportunidades. Si no regresas en tres años... Y él lo dice así: “si no lo haces en tres años, mejor ni regreses”. (Gaspar Rivera-Salgado, comunicación personal, 2024)
A pesar de que existen diversos arreglos más laxos a la pertenencia a la comunidad, la idea del retorno ha marcado una circularidad migratoria muy intensa entre los migrantes zapotecos y sus comunidades, sobre todo a raíz de la Immigration Reform and Control Act (IRCA) promovida por Ronald Reagan en 1986. Esta ley marcó un punto de inflexión en los procesos de transnacionalidad de los oaxaqueños, ya que permitió mayores facilidades de movilidad para los residentes legales, lo que ocasionó una mayor circulación de personas, mercancías y remesas socioculturales.
Durante esta etapa se consolida también un proceso de mexicanización en el condado de Los Ángeles, que pasó de tener una presencia anglófona del 60% en la década de 1960 a una presencia latina del 60% en 1990 (Alarcón, Escala, Odgers, 2014, p.87). En esta transición se conformaron los mercados de trabajo de los oaxaqueños de la actualidad. Gran parte de esta sinergia productiva y comercial está relacionada con la difusión cultural que han tenido distintas organizaciones acerca de “lo oaxaqueño” por medio de redes socio-digitales.
a) Restaurantes “oaxaqueños”
Los restaurantes “oaxaqueños” son los lugares de trabajo más recurrentes para zapotecos, mixes y chinantecos. Los restaurantes han garantizado un acceso rápido y seguro de empleo, sobre todo para los recién llegados. Dada la flexibilidad horaria y la precariedad, el lavaplatos es el puesto inicial más común que permite un trabajo estable y seguro, dos condiciones importantes para quienes recién arriban.
Cuando llegué [a Los Ángeles] mi primer trabajo en el restaurante fue de dish washer. Un amigo [de Tlacolula] me contactó con el dueño y me contrató para hacer horario de tarde, aunque luego me cambiaban el horario seguido […] Es un trabajo duro que nadie quiere hacer, pero como acababa de llegar, lo agarré. Estuve ahí por dos años, pero me cansé. Para subir de puesto y “meserear” te piden inglés […] ahora estoy en una agencia de jardinería donde pagan más. (Ismael, comunicación personal, 2024)
Existe una paradoja en la incorporación laboral en estos circuitos de trabajo. Por una parte, los vínculos de origen facilitan la obtención de empleo, no obstante, estos trabajos son poco cualificados, precarios, flexibles y sin contratación legal, es decir, bajo los imperativos del modelo económico neoliberal. Estas condiciones nos ayudan a comprender su expansión.
A pesar de este acoplamiento al modelo neoliberal, la base comunitaria ha marcado cierta dirección socioeconómica a los restaurantes. En su mayoría, estos negocios comenzaron desde la informalidad cubriendo la demanda de eventos como las fiestas, entradas y kermeses. La experiencia de Zeferino García, propietario de la cadena de restaurantes y tiendas “expresión oaxaqueña”, es ejemplar acerca del particular funcionamiento empresarial de los restaurantes. En la década de 1980, Zeferino comenzó como vendedor ambulante que aprovechaba las celebraciones de la colectividad oaxaqueña en espacios públicos.
Entonces me dieron chance de vender [en la Guelaguetza de 1981 en Normandie Avenue]. Mi exesposa, pues me ayudó a hacer tamales de mole, y pues empecé a vender, llené mi carrito de tamales de mole y... Se me acabaron mis tamales en un ratito. [Después] me dieron chance de vender artesanías, y ahí empecé a traer artesanías y muchos CD´s y casetes de música oaxaqueña. Mi hermana vive en [la comunidad de] Yate, Oaxaca. Entonces yo le decía a ella que me buscara un mole, que me buscara las tlayudas, tienes que hacer las tlayudas. Empecé a traer. Pero no era mucho lo que me enviaban y recogía en Tijuana. (Zeferino, comunicación personal, 2024)
Como la mayoría de los restaurantes, Expresión Oaxaqueña de Zeferino tuvo que afrontar los retos de la distribución de las materias primas y su conservación.
Y llegó un momento en que ya no me dejaron... Ya no me dejaron pasar y me regresaron. Me regresaron para atrás y dije, yo ahora, ¿cómo le hago? Entonces en eso conocí a otro amigo que era trailero de Oaxaca. Dice, no te preocupes, dice, yo te ayudo. Dice, yo cruzo un poco, tengo otro amigo que te va a cruzar otro poco. Y así cruzábamos un poquito cada uno y ya lo contábamos ya acá en... En San Isidro. Y ya de ahí ya llenamos el camión y empezamos. (Zeferino, comunicación personal, 2024)
Desde la década de 1990, el trasiego individual de productos supuso un límite a la expansión de los restaurantes y la comercialización de sus alimentos. Fue un proceso lógico que comenzaran a surgir distintos distribuidores -tanto formales e informales- especializados en el etiquetado, distribución e importación de los productos Oaxaqueños, tanto comestibles como de uso doméstico.
Como en el caso de Expresión Oaxaqueña, gran parte de los restaurantes fueron elaborando sus propios productos, principalmente Tlayudas, pan dulce, chocolate y mole. Es común que un restaurante tenga su tienda de productos a un costado. Por lo general, los panaderos y cocineros - que representan los trabajos especializados más esenciales- son paisanos oaxaqueños que reproducen las mismas recetas de origen; una parte esencial de la vigencia de los negocios es el “mercado de la nostalgia”, que supone recrear el estilo oaxaqueño de vida.
Vivimos en un mercado de la nostalgia, le llamo yo, realmente lo que vendemos es la nostalgia de que nuestros principales clientes son oaxaqueños, y los principales clientes, si no es que casi 100%, son personas que realmente no pueden ir a Oaxaca, son inmigrantes sin papeles, entonces ellos añoran mucho la calidad y el sabor original. (Jordán, Comunicación personal, 2024)
El aumento de la demanda de los productos “originalmente oaxaqueños” ha generado una transformación en las cadenas productivas en las comunidades de origen y en su relación con las empresas de distribución y comercialización. Inicialmente, el trasiego de alimentos y otros productos se dio por medio de redes familiares. Conforme los pedidos se fueron haciendo cada vez más frecuentes, otras familias se incorporaban a la cadena.
Actualmente existen alrededor de 63 restaurantes “oaxaqueños”, los cuales han tenido tímidos intentos para conformar una cámara empresarial que los represente a nivel municipal, o que permita la amplitud en la promoción de sus productos, principalmente publicitados en fiestas de la colectividad en los espacios públicos.
b) Trajín comercial Oaxaca-Los Ángeles
El auge de los restaurantes ha correspondido con el trajín comercial transnacional de alimentos y bienes, los cuales han tenido que enfrentar diversos retos para consolidar cadenas de distribución.
Los restaurantes “oaxaqueños” persisten gracias a esta red empresarial -que se ha consolidado a lo largo de las últimas 3 décadas- donde cientos de pequeños y medianos emprendimientos de base familiar intervienen en diferentes cadenas de distribución de alimentos y productos. Estas comienzan con la elaboración y empaquetado de productos en Oaxaca, continúan con el almacenaje y el trasiego en la frontera norte y finalizan con la distribución local de estas mercancías en los mercados “oaxaqueños” minoristas de alimentos (Matus, 2013).
Como antes señalamos, el auge de la distribución -y con ello la consolidación del mercado transnacional de productos oaxaqueños- fue una consecuencia lógica a la alta demanda de productos, las restricciones aduaneras, así como la importancia de la elaboración artesanal de los productos oaxaqueños y sus escasos procedimientos de conservación.
Pues llegó un momento en que... ya no me topé con eso y dije, pues, ¿cómo le hago? Pues todavía manejamos un rato todavía eso de traerlo así entre varios, cruzarlo, ¿no? Pero llegó un momento en que hubo quejas sobre lo del quesillo. (Zeferino, Comunicación personal, 2024)
Todavía sigue. Mira, los negocios como el “Valle Oaxaqueño”, “La Mayordomía”, y negocios que hemos crecido, estamos muy señalados por la FDA, nos tienen más controlados, incluso a mí dos veces me han llegado… porque es un delito federal, ha llegado la FDA. (Arturo, Comunicación personal, 2024)
Dada las propiedades de conservación de los productos que se importan, existen dos estrategias de distribución que suponen vínculos diferenciados con las localidades de origen.
Una primera escala de distribución está dirigida a ingredientes altamente perecederos y de elaboración artesanal -como quesillo, chiles, panes, chapulines- en donde el trato continúa siendo directo con familiares y personas cercanas de la comunidad de origen o localidades cercanas, en su mayoría dedicados al emprendimiento para cubrir estas demandas. Una parte importante de estos productos son bajo pedido y son traídos principalmente por vía aérea.
Entonces son diferentes pueblos, diferentes lugares… por ejemplo, yo, ¿no? Estoy en Oaxaca, yo hago tlayudas, pero también le hablo a mi prima, mi comadre, ¿sabes qué? Tengo un pedido de tantos miles de tlayudas (…) normalmente siempre, eh, hay una persona, o sea, al final es negocio, ¿no? De ellos se juntan, ¿sabes qué? Yo tengo un pedido de eso y tú me entregas… son como grupos (…) ya que acabó y todavía hay requerimiento [demanda de más tlayudas], pues le dice alguien “pues vas”. (Arturo, Comunicación personal, 2024)
La mayoría de los emprendimientos han sido protagonizados por mujeres. La agregación de otras personas al proceso productivo tiene mucho que ver con las redes de proximidad que las mujeres desarrollan al interior de sus comunidades.
Al principio me surtía de tlayudas y mole con familiares directos de mi pueblo [San Pedro Huixtepec, Oaxaca], casi siempre con vecinas cercanas a la familia. Cuando necesité más producto, más mujeres de la comunidad se interesaron en participar. Definitivamente ha crecido mucho, es un ingreso importantísimo para la comunidad Hoy en día hay comunidades completas que dependen de las compras que hacemos, y les va muy bien. (Jordán, Comunicación personal, 2024)
Una segunda estrategia de distribución está dirigida a productos más duraderos como el mole, mezcal, artesanías, utensilios de cocina, etc. Existe una red logística de distribución más compleja en la que intervienen compradores mayoristas, transportistas, distribuidores y comerciantes al menudeo. El principal reto de estas cadenas de distribución es abatir los altos costos de transporte de paquetería, estandarizar la calidad de los productos a las norteamericanas y sortear las restricciones aduaneras y sanitarias de los Estados Unidos.
Lo compramos como en los pueblos, pero el detalle que había es que era muy informal, todo, no sé, o sea, no se contaba con un empaque, no se contaba con una empresa como tal... Lo que nosotros empezamos a hacer fue empacar las cosas con su debida etiqueta, creamos una marca y esto nos dio la posibilidad de poder ya entrar a lo que son supermercados, y tiendas como la del señor Arturo [del Valle de Oaxaca], que, pues te piden más exigencia, ¿no?, de etiqueta, de producto, de dónde viene y todo esto (…) Ahorita, por ejemplo, estamos en una certificación que se llama FGBUP, que lo que ellos [autoridades fiscales de Estados Unidos] te piden es que todos tus proveedores sean confiables, entonces tenemos que llenar ciertos formatos y todo esto, además, que la compañía en Estados Unidos sea una compañía constituida. (Jordán, Comunicación personal, 2024)
Los principales distribuidores buscan reducir los sobre precios de mayoristas, realizando tratos directos con las empresas locales de Oaxaca y transportando sus mercancías hacia las tiendas en Los Ángeles y diversas localidades de California.
Y lo que hice fue comprar mis propios camiones, entonces, eliminamos todos los intermediarios, y tengo todo desde Oaxaca, hasta acá, o sea, en Estados Unidos tengo mi propia flotilla, en México tengo mi propia flotilla, tenemos bodegas establecidas en Oaxaca, Tijuana y aquí en Estados Unidos. (Jordán, Comunicación personal, 2024)
A pesar de la consolidación de estas grandes compañías de la distribución, se estima que alrededor del 40% del mercado de productos oaxaqueños continúa realizándose por microemprendimientos informales.
Yo creo a nivel compañía, traemos un 60% del producto, desde un 60% a un 50%. Y después están todos los minoristas que traen un 40%. Hay comunidades completas que dependen de las compras que hacemos, y que les va muy bien, sin embargo, falta muchísima regulación, no te dan facturas, no están dispuestos a industrializarse, no están dispuestos a formalizar empresas (…) lo que yo compro, no son capaces de surtir y tampoco están en la disponibilidad [los productores] de cambiar la forma de hacerlo. Por ejemplo, yo tengo ahorita la necesidad de ya este año crear una fábrica de tortillas, tlayudas y todos sus derivados, para poder satisfacer la demanda que yo tengo. (Jordán, Comunicación Personal, 2024)
Existe una tensión entre el salto a una industrialización y la prevalencia de un mercado informal minorista. Si bien la expansiva demanda de estos productos no logra ser cubierta por estas cadenas de distribución, aún se espera cierta originalidad en los productos oaxaqueños, ya que la originalidad es altamente reconocida en este mercado de la nostalgia.
A pesar de estas paradojas, los mercados de distribución de productos oaxaqueños han crecido de manera exponencial, sobre todo a partir del auge de fiestas que acompañan a la colectividad a lo largo del año. Cada una de estas fiestas han generado una especie de nichos étnicos de productos en movimiento, en donde los empresarios oaxaqueños encuentran un lugar de promoción.
Te puedo decir que hoy el convite ya está enorme, ahora debemos tener guardias de seguridad para controlar todo. Estamos pensando también que el día de muertos puede ser tan grande como el convite y ahora que vamos a tener el Corredor Oaxaqueño, ahí lo vamos a hacer (...) En términos económicos [las fiestas] son un negocio en que nosotros cobramos a ellos para que puedan participar, y esa parte que ellos pagan, se usa para la gestión del evento (...) los empresarios no se lleva demasiada ganancia, pero se lleva la promoción (...) porque los empresarios dicen “no me importa cuánto va a vender, lo que me importa es cuánta gente voy a traer”. (Mauro Hernández, comunicación personal, 2024)
La consolidación de los emprendimientos oaxaqueños no podría entenderse sin su participación en la promoción de las fiestas, las cuales, a su vez, han superado la dimensión barrial para situarse como parte del patrimonio cultural de la ciudad.
Conclusiones
A través de esta investigación podemos inferir que los estudios del transnacionalismo económico de los pueblos indígenas continúan siendo un campo abierto a diversas perspectivas de análisis.
A partir de los testimonios retomados, se buscó generar una estrategia etnográfica especular para capturar como las prácticas cotidianas de los migrantes logran preservar las “fronteras de pertenencia" (Gil, 2006) de origen para generar particulares formas de circularidad económica que son la base de los emprendimientos de restauranteros, comerciantes y productores locales. Con ello se muestra la importancia de ensamblar dichas dinámicas para comprender el funcionamiento de los circuitos económicos transnacionales de la colectividad oaxaqueña. En este caso, se dio prioridad a la importancia de los testimonios de un trabajo de campo situado, tanto en los barrios de Lynwood y Koreatown en Los Ángeles, como en Santiago Zoochila, Oaxaca. Se retoma la experiencia de radicación de zoochileños a Lynwood como un ejemplo para comprender la organicidad sociocultural comunitaria que subyace a los circuitos económicos transnacionales.
Este estudio de caso muestra la importancia del asociacionismo, tanto de solidaridad como de preservación cultural, que sigue siendo un elemento cohesivo clave para preservar el imaginario de la comunidad. Estas dinámicas devienen en fiestas, kermeses, entradas folclóricas y han permitido el surgimiento de grupos culturales más amplios, así como de un empresariado especializado en satisfacer las demandas de productos. Esta presencia cultural oaxaqueña ha configurado una cartografía de espacios transurbanos que representan el espacio de agenciamiento político de la colectividad: el imaginario de una comunidad se ha logrado territorializar.
Por tanto, la experiencia de radicación de la colectividad oaxaqueña en Los Ángeles muestra cómo la resignificación de la comunidad ha sido el soporte sociocultural de numerosos emprendimientos que han ido prefigurando circuitos económicos transnacionales. Los testimonios presentados reflejan cómo la vida comunitaria continúa siendo importante en la dinamización de los mercados étnicos de trabajo y consumo, los cuales forman parte de una “globalización desde abajo” (Lins, 2012), es decir, la inserción de diversos sectores populares a los intersticios del comercio y la producción global.
Las comunidades indígenas de los oaxaqueños se han reinventado en la realidad transnacional para consolidar un ensamblaje popular que vincula comunitarismos, cálculos migratorios, flexibilidad y discontinuidad laboral. Ello ha permitido que distintos emprendimientos se han consolidado como circuitos comerciales bajo singulares formas de reproducción acumulativa, muy vinculadas a los ciclos de las fiestas y a la incorporación de más miembros de las comunidades al trabajo.
Existen límites productivos en las comunidades de origen que no logran ser “superados” debido a que el metabolismo de sus prácticas económicas es opuesto a la organización industrial. El “mercado de la nostalgia” de los productos oaxaqueños se contrapone a la estandarización e industrialización, que aminora la originalidad que buscan los consumidores de productos oaxaqueños.
Habría que advertir que la investigación muestra algunas particularidades que deben ser consideradas, tales como la elección de una comunidad más cohesionada en torno a un trabajo especializado o a la delimitación de no abordar las interacciones con otros grupos sociales que reflejan una convivialidad más compleja (como por ejemplo la identidad pan étnica de lo “latino”, ampliamente discutida académicamente en Estados Unidos).
No obstante, la investigación abona una perspectiva metodológica transnacionalista a los estudios económicos migratorios de los pueblos originarios, colocando en el centro de análisis el resarcimiento del imaginario de comunidad. Las dinámicas diferenciadas en el uso de las remesas y en las peculiares formas de apropiación cultural de los migrantes oaxaqueños despiertan interés por comprender cómo estas nuevas formas económicas de migración abonarán elementos para comprender las dinámicas económicas y de gobernabilidad transnacional al interior de numerosas comunidades originarias con un alto número de emigrados.
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Entrevistas
- Arturo Aguilar. Oaxaqueño de San Juan Teitipac, Oaxaca, residente de Los Ángeles y propietario de la cadena de tiendas y restaurantes “Valle de Oaxaca” y promotor de diversas fiestas patronales y de comunidad en Los Ángeles. Entrevista realizada el 8 de mayo de 2024.
- Gaspar Rivera-Salgado. Investigador oaxaqueño residente en Los Ángeles desde hace 3 décadas. Especialista en temas de migración oaxaqueña y fundador del Frente Indígena Oaxaqueño Binacional. Fue entrevistado el 6 de abril de 2024.
- Gloria Martínez. Oaxaqueña de la localidad de Santiago Zoochila residente en Lynwood desde hace 25 años. Ama de casa y promotora de la Asociación de pueblo Santiago Zoochila. Fue entrevistada el 18 de mayo de 2024.
- Ismael Barriga. Investigador en educación agrícola, habitante de Tlacolula y migrante temporal en Los Ángeles dedicado a la hostelería. Sus migraciones laborales temporales ayudan a entender la posibilidad estacional de trabajo que permiten los circuitos económicos transnacionales de la colectividad oaxaqueña. Entrevista realizada el 16 de mayo de 2024.
- Jessica Hernández. Ciudadana norteamericana de ascendencia zoochileña, profesora de música de viento y promotora de la vinculación generacional de la cultura zapoteca en Lynwood. Entrevista realizada el 19 abril de 2024.
- Jordán Martínez. Oaxaqueño de San Pablo Huixtepec, residente en Estados Unidos y distribuidor mayorista de “La Oaxaqueña Inc.”, emprendimiento comercial especializado en segmentos de mercado más detallados para distintas localidades de Oaxaca. Entrevista realizada el 3 de mayo de 2024.
- Mauro Hernández. Oaxaqueño, radicado en Los Ángeles desde 1980. Miembro fundador de la Organización Regional de Oaxaca, una de las principales asociaciones culturales encargadas en la gestión de la fiesta de La Guelaguetza en Los Ángeles. Entrevista realizada el 5 de junio de 2024.
- Porfirio Hernández. Oaxaqueño de Santiago Zoochila radicado en Los Ángeles desde 1990. Desde hace dos décadas es trabajador de tornería en Howmet Aerospace, compañía aeroespacial asentada en Lynwood. Entrevista realizada el 18 abril de 2024.
- Zeferino García. Oaxaqueño de Yate, residente en Los Ángeles y propietario de la cadena de restaurantes y tiendas “Expresión Oaxaqueña” y el “Chapulín Express”, dichos emprendimientos están fuertemente vinculados con el patrocinio de distintas actividades culturales de la colectividad oaxaqueña. Entrevista realizada el 20 mayo de 2024.
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Este artículo forma parte de los productos de investigación de “Estancias posdoctorales para consolidación de investigadoras e investigadores por México” del CONAHCYT, siendo el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM la entidad receptora. A ambas instituciones les extiendo un profundo agradecimiento.
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El neologismo de “Oaxacalifornia” ha sido utilizado por académicos y activistas para referir al gesto multifacético de las identidades imbricadas en los lugares donde transcurre la vida de la comunidad migrante oaxaqueña en California. Dicho concepto supera la idea de espacio concreto y considera el sincretismo cultural de las tradiciones oaxaqueñas adaptadas a esta realidad migratoria. Para más detalles véase Rivera-Salgado, 1998.
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Proveniente del vocablo náhuatl tiankistli, el tianguis es la forma de mercado que ha existido en Mesoamérica desde tiempos prehispánicos. Esta forma de comercio ha ido cambiando a lo largo de los siglos y ha persistido en las ciudades, pueblos y comunidades de México en donde se determinan días específicos para que vendedores ofrezcan sus productos, en su mayoría de primera necesidad e indumentaria. Por su versatilidad y flexibilidad, esta forma popular de intercambio ha permitido la cohesión y el intercambio cultural de distintas localidades a largo del país.
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Guelaguetza proviene del vocablo zapoteca guendalizaa y puede traducirse como “cooperar”. Es una de las fiestas devocionales más populares de Oaxaca, dedicada a la Virgen del Carmen y se remonta a tiempos prehispánicos. En ella convergen delegaciones folclóricas de las 8 regiones culturales del Estado de Oaxaca, representando un espacio lúdico de encuentro que se replica en la realidad migratoria en Estados Unidos.
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Editores de sección
Roberto Marinucci y Barbara Marciano Marques